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Tu voz - Parashat Hashavua

Parashat Beshalaj - Shabat Shira

14/1/2019

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Ethel Barylka, Maale Adumim, Israel 
Este Shabat conmemoramos “Shabat Shira” – el Shabat del Canto – en recuerdo del himno que entonaron los Hijos de Israel después del cruce del Mar Rojo. Podemos considerar natural que personas que vivieron semejante milagro y fueron sus testigos se sientan espiritualmente conmovidos y encuentren en el canto y la poesía una manera adecuada de expresar sus sentimientos. Sin embargo, cabe preguntarse si ¿acaso no fue suficiente la liberación en sí para hacerles sentir esa admiración espiritual? ¿Por qué sólo después de la dramática intervención de Dios en el cruce del Mar, nos encontramos con la expresión de fe? “Cuando Israel vio el gran poder que el Eterno había usado contra los egipcios, el pueblo temió al Eterno, y creyeron en Él y en Moshé, su siervo” (Éxodo 14:31). El pueblo necesitó de otra demostración antes de poder expresar su fe. Pero aún el cruce del mar y la separación de las aguas no son suficientes. A pesar del canto “Entonces Moshé y los hijos de Israel cantaron este cántico al  Eterno …” (Éxodo 15:1) el pueblo vuelve inmediatamente a sus quejas acerca de la comida, del agua, etc. El milagro no hace variar su fe y les es difícil confiar en Dios para la satisfacción de sus necesidades básicas. Es un asunto definitivamente humano, ya que  la persona debe  confiarse en los milagros, y ¿por qué no deberían estar los padres preocupados acerca de cómo alimentarán a sus hijos o a sí mismos en el desierto estéril y despiadado que se extiende ante sus ojos? El milagro de la apertura del mar no puede cambiar la naturaleza del hombre “por lo tanto no cambiaron los hombres después del milagro y no cesó la mezquindad y la avaricia, el desagradecimiento y el amor a la comodidad. En lugar de ver la bondad del Eterno para con ellos y su cuidado, su amor y su preocupación por su pueblo…    ven el barro que tienen en los pies y ya eso les alcanza para igualar la esclavitud a la libertad. El milagro no cambia a las personas de forma automática, la presencia ante el milagro no tiene la fuerza para inclinar el corazón del hombre que lo ve al amor y el temor a Dios, si no es el hombre mismo quien inclina su corazón” escribe Nejama Leibowitz en sus Reflexiones sobre la parashá.

Teniendo en consideración este pensamiento, el momento del Cántico es inusual ya que en él,  el corazón y el espíritu se conmueven de manera extraordinaria, y en ese contexto se destaca la actitud de Miriam, la profetiza: “Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó en su mano el pandero, y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danza. Y Miriam les respondía: Cantad al Señor porque ha triunfado gloriosamente; al caballo y su jinete ha arrojado al mar” (Éxodo 15:20-21).

¿Por qué señalan las Escrituras el cántico y la danza justamente de las mujeres, cuando es claro que todo el pueblo estuvo presente en el acontecimiento? Dice Rashí: “Y Miriam les respondía” – “Moshé decía el cántico ante los hombres, él decía y los hombres respondían, y Miriam le decía el cántico a las mujeres”. Una clara separación de géneros. Moshé lidera a los hombres, Miriam a las mujeres. “…Así como Moshé cantó así cantó Miriam. ¿Cómo sabemos que Moshé cantó? Porque está escrito “y Entonces cantó Moshé y los hijos de Israel. ¿Y por qué Miriam? Porque está escrito: Y Miriam les respondió” (Midrash Proverbios 14).

Es interesante prestar atención a la figura de Miriam tal como surge de este episodio. Ella toma la iniciativa: “Y Miriam la profetisa…tomó en su mano el pandero…”, se vislumbra como una líder carismática a la que las mujeres están dispuestas a seguir: “y todas las mujeres salieron tras ella…”. 

Miriam goza, de acuerdo a las Escrituras, del status de Profetisa y recibe un tratamiento encumbrado igual que sus hermanos “Pues yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí, y envié delante de ti a Moshé, a Aarón y a Miriam” (Miqueas 6:4). Como profeta es poseedora de una fuerza espiritual que arrastra tras de sí a las mujeres del pueblo. Su estilo  de liderazgo difiere del de Moshé, un estilo más participativo dirían hoy los investigadores del género. “Cantad al Señor” contra “Y cantó Moshé”.

Miriam con su fuerza espiritual y su espontaneidad crea una experiencia espiritual especial para las mujeres de Israel. Las mujeres del pueblo encuentran su lugar en la expresión excelsa de la fe en ese momento. Y no miran desde el palco de las mujeres en el templo. Cuando el corazón está lleno a hasta sus bordes y explota de alegría que asciende al cielo, saliendo de sus propios límites, nadie busca dónde está el biombo de separación para sus bailes, ni se preocupa por lo largo de sus cabellos. Todos, hombre como mujeres, están atareados con el verdadero servicio a Dios. La unión es con el Creador del mundo. Nada más es relevante en ese momento de servicio. Ellas cantan y bailan. “A pesar que las mujeres comenzaron después que los hombres en el canto de admiración, de cualquier modo fueron igualadas a éstos en la importancia de su cántico y en el reconocimiento del servicio supremo del pueblo que se manifestó en su canto” (Rabino Shimshón Rafael Hirsh) y no lo hicieron dentro de un recóndito cuarto en una carpa oculta en los límites del campamento.

Que tengamos la ventura de poder realizar un verdadero servicio divino, y sepamos concentrarnos en la maravilla del espíritu y la plegaria verdadera. Que nada distraiga nuestras fuerzas a la hora de servir a Dios.


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Parashat Bo - El dominio del tiempo

8/1/2019

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Ethel Barylka, Maale Adumim, Israel 
El pueblo de Israel aguarda para salir a la libertad. Faraón aún se empecina y se resiste a liberar a sus esclavos, ya que al liberarlos quedará inmediatamente claro
que Hashem ha triunfado sobre él, que Hashem es Dios y él sólo un ídolo.

Las tres últimas plagas tienen un común denominador. Todas se vinculan con la imposibilidad de ver, tal vez una insinuación a la ceguera de Faraón. La langosta cubre la tierra y es imposible ver nada “Cubrirán la superficie de la tierra, de modo que nadie podrá ver el suelo…” (Exodo 10:5 y 15), a lo cual se refiere Rav Shimshón Rafael Hirsh diciendo “el ojo del hombre es un manantial, no porque su espíritu se abre paso por él, sino porque el universo fluye hacia adentro del hombre a través del ojo…”. Nuestra captación del mundo se realiza a través del ojo, y parecería que la falta de la visión hace muy difícil la existencia, a diferencia del ciego, que aprende a contemplar el mundo por otras vías, nosotros, los videntes, nos sentimos impotentes  ante la ceguera. Así aconteció en Egipto durante la plaga de la langosta. La plaga de la oscuridad es tal como lo explicita su nombre “Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días” (Exodo 10:21).  La plaga de los primogénitos tiene lugar de noche.  Escenografía adecuada para el espantoso acto de los primogénitos muertos en cada hogar (Ver: Exodo 11 y 12:29-20).

La plaga de los primogénitos es el parteaguas hacia la liberación: “Y se levantó Faraón en la noche, él con todos sus siervos y todos los egipcios; y hubo gran clamor en Egipto, porque no había hogar donde no hubiera alguien muerto. Entonces llamó a Moshé y a Aharón aún de noche, y dijo: Levantaos y salid de entre mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel; e id, adorad al Señor, como habéis dicho…. Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa en echarlos de la tierra, porque decían: Todos seremos muertos.” (Exodo 12:30-33).

Faraón se da por convencido. Pero no es la primera vez que les dice que se vayan. Parecería que esta vez no cambiará ya de idea ya que su propio pueblo lo apremiaba a “echarlos de la tierra”. Los egipcios comprendieron que debían hacer algo y tomar la iniciativa  en el momento de la debilidad de su líder Faraón.

El pueblo de Israel sale a su libertad. Hashem cumple con su palabra. Sin embargo en lugar de cantos de victoria y alabanza, Hashem ordena a su pueblo un mandamiento simple, incluso un poco extraño “Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros”. (Exodo 12: 2).

¿Qué tiene que ver este gigantesco acontecimiento histórico  con la determinación del calendario? La mayoría de los exégetas se relacionaron a esta pregunta, entre ellos encontramos la interesante interpretación del rabino Ovadia Sforno, hombre del Medioevo, “a partir de ahora serán “para vosotros”, para hacer en ellos de acuerdo a su voluntad, pero en los días de la esclavitud, los días no era vuestros sino para trabajar y servir a otros,  por lo tanto, es el primero de los meses del año, porque en él comenzó vuestra realidad electiva” (se refiere a la realidad como seres capaces de elegir). En ese día comenzó la existencia libre. A partir de ahora podrán dirigir su tiempo y ya no serán otros los que establecerán el tiempo.

La mayoría de los intérpretes se refieren al tiempo en el sentido nacional, ya que a partir de ese momento comienza la cuenta de los meses del calendario hebreo, siendo Nisán el primer mes. Pero es también el comienzo del tiempo humano. La libertad del hombre carece de sentido en tanto no puede hacer con su tiempo de acuerdo a su voluntad. La luna nueva que nace al comienzo del mes, la renovación cósmica, son una señal de nuestra libertad como individuos y como nación. 


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PARASHAT VAIESHEV  - CUANDO NOS OCUPAMOS SOLO DE NOSOTROS

5/12/2012

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Silvina Chemen, Buenos Aires, Argentina

Esta serie de parshiot que se inaugura con Vaieshev va a llevarnos por la dramática de vida de Iosef y sus hermanos. Cada capítulo nos presenta nuevas dificultades, historias difíciles de elaborar porque hablan de subjetividades entrampadas en dinámicas familiares mal resueltas.

Iosef es marcadamente el preferido de su padre delante de sus hermanos. Ellos lo celan. Él se aprovecha de esas preferencias y se muestra superior a ellos, sin tapujos. Sus actitudes y relatos les despiertan a sus hermanos, un profundo odio.

Shimón y Levi, dos de ellos,  planean matarlo, pero Reuvén sugiere, a cambio, arrojarlo en un pozo, con la intención de volver más tarde y salvarlo. Mientras Iosef está en el pozo, Iehuda lo vende a una caravana de Ishmaelitas. Los hermanos manchan la túnica especial que vestía sólo Iosef con  sangre de un cabrito y se lo muestran a su padre, haciéndole pensar que su más querido hijo fue devorado por una bestia salvaje.

La parashá sigue con relatos traumáticos, pero yo prefiero hoy quedarme acá, con Iosef en el pozo.

Dos hermanos quieren matarlo directamente y un tercero, Reuvén intercede y negocia un castigo menor: tirarlo a un pozo. No hacía falta matarlo para que aprenda la lección.

Rashi nos va a decir que la intención de Reuvén era salvar a Iosef para regresarlo a su padre.

Entonces ¿cómo fue que otro hermano lo vende a una caravana de ishmaelitas? ¿Dónde estaba Reuvén en esta escena?

De hecho sabemos que no estaba allí cerca del pozo porque la Torá dice:

 Cuando Reuvén volvió al pozo, he aquí, Iosef no estaba en el pozo; entonces rasgó sus vestidos.  Y volvió a sus hermanos y les dijo: El muchacho no está allí; y yo, ¿adónde iré? 

Bereshit 37: 29-30

Él, que lo había salvado del asesinato, de pronto está ausente en el momento de la venta… ¿qué era lo importante que debía hacer en ese momento?

Rashi nos vuelve a ayudar a responder esta respuesta y trae dos explicaciones:

Una: Reuvén no estaba allí porque los hermanos se turnaban para volver a su casa y cuidar del padre.

La segunda: Reuvén se alejó para hacer teshuvá, ayunando y vistiendo un saco (a la manera del duelo)  para reflexionar por un episodio con el que concluye la parashá pasada en el que tiene relaciones con Bilhá, la concubina de su padre.

Muchos comentaristas responsabilizan a Reuvén finalmente, por el destino tortuoso de Iosef. Iosef es vendido como esclavo, termina en la cárcel. Reuvén fue a hacer teshuvá para redimirse a sí mismo, cuando un hermano suyo estaba en el pozo.

A todos nos pasa algo inquietante con el símbolo del pozo. Sobre el que se han escrito múltiples interpretaciones. No es cualquier lugar. Un hermano está en el pozo. Solo. El pozo, para las mitologías alude al reino inferior y el acceso al mundo de los muertos. Psicológicamente, el pozo se relaciona con lo inconsciente, lo oculto, lo que se esconde y es inaccesible para la vida cotidiana.

Quién no ha tenido alguna vez la sensación de haber caído en un pozo.

Lo que también sabemos es que del pozo no se sale solo. Y Reuvén era la persona que debía haberlo sacado de allí, una vez que los salvara de las garras de sus hermanos.

Pero no. Priorizó su necesidad de liberarse de la culpa de haber pecado acostándose con la concubina de su padre, ante la desesperación que debería haber sentido su hermano, dentro del pozo.

Luego retorna y se rasga las vestiduras. Tarde. Ninguna señal de duelo reemplaza la responsabilidad por hacerse cargo del otro, en el momento en el que el otro lo necesita.

Cuántas veces ponemos como excusas que tenemos mucho por ocuparnos de nosotros mismos por lo tanto no nos podemos hacer cargo de otros.

Hay circunstancias que nos obligan a no priorizarnos. A no ponernos de escudos protectores ante nuestra responsabilidad por el otro, sobre todo cuando sabemos que solo no podrá salir de ese pozo.

Cuántas veces ponemos excusas acerca de nuestros gastos, para no darle una mano a quien se está ahogando económicamente. Cuántas veces anteponemos nuestras obligaciones sociales y argumentamos que no tenemos tiempo de ir a visitar a nuestros mayores; aquellos que quizás esperan una semana entera para ser mirados por alguien de su familia.

Cuántas veces agrandamos nuestras propias necesidades para excusarnos de ver a los que realmente están necesitando de nuestra ayuda y presencia.

Cuántas veces somos Reuvén.

Cuántas veces somos Iosef.

Al volver ser lamentó y rasgó sus vestiduras.

Tarde.

Iosef ya no estaba. Fue vendido, esclavizado, y  la historia devino en 400 años de opresión y tortura.

Una presencia a tiempo hubiera modificado la historia.

Shabat Shalom

Silvina Chemen


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PARASHAT TOLDOT   La equivocada aspiración a la exclusividad

14/11/2012

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Silvina Chemen, Buenos Aires, Argentina


El paradigma de los hermanos fracasa desde el comienzo de la historia, y acá para resarcirse, vienen mellizos. Juntos. Ése es el mensaje que Dios quiere dar al misterio de la vida y el nacimiento de los hijos.

Juntos y absolutamente distintos. Ése es el misterio. Y el desafío. Como hijos, como padres, como humanidad.

Pero ya desde el vientre se anticipa que este aprendizaje no se podrá llevar a cabo. Porque es tal la pelea que hay dentro del vientre de Rivka que hasta ella se pregunta: ¿vale la pena existir?

Salen tomados, uno, Iaakov, del talón del otro, Esav; de acuerdo con el midrash- como queriendo ganar en la salida...

Viven con el equívoco de los padres, que tampoco entendieron el mensaje divino. Uno quiere a uno, otro quiere al otro. Itzjak ama más a Esav que a Iaakov. Y Rivká ama más a Iaakov que a Esav. No hay lugar para dos. El plan era que sean dos y juntos. Los padres los separan: uno u otro. No hay complementos, hay espacio para uno. Y en desmedro del otro. Un fracaso, nuevamente.

Volviendo del campo, el mayor, Esav, encargado de alimentar a su familia, extenuado de días de caza necesita comer. Así de sencillo. Su hermano, descansado después de días de estar en su tienda, le negocia la exclusividad a cambio de un plato de comida.

 לא וַיֹּאמֶר, יַעֲקֹב:  מִכְרָה כַיּוֹם אֶת-בְּכֹרָתְךָ, לִי.  לב וַיֹּאמֶר עֵשָׂו, הִנֵּה אָנֹכִי הוֹלֵךְ לָמוּת; וְלָמָּה-זֶּה לִי, בְּכֹרָה.  לג וַיֹּאמֶר יַעֲקֹב, הִשָּׁבְעָה לִּי כַּיּוֹם, וַיִּשָּׁבַע, לוֹ; וַיִּמְכֹּר אֶת-בְּכֹרָתוֹ, לְיַעֲקֹב.

 

Y Iaakov respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.

Entonces dijo Esav: -He aquí yo me voy á morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?

Y dijo Iaakov: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió á Iaakov su primogenitura.

Bereshit 25:31-32

Iaakov aprendió que no hay lugar para dos. Que el éxito es el de los exclusivos. Pero me aventuro en un pensamiento: el éxito es el de los hombres libres.

Los que sostienen el paradigma de la exclusividad dejan de ser libres porque están atados a la lucha por ocupar todos los lugares, por borrar las diferencias, por callar las voces de los otros.

No se es libre cuando se triunfa por sobre la identidad del otro.

Como decía Hanna Arendt en La vida del espíritu: «No el Hombre, sino los hombres habitan este planeta. La pluralidad es la ley de la Tierra»

Y tuvimos la oportunidad desde Iaakov y Esav, y no la vimos y no la vemos, hasta el día de hoy. Simbólicamente seguimos naciendo juntos y vivimos toda la vida pretendiendo ser únicos y solos.

Itzjak, el padre, debemos decir que  es una víctima que no puede librarse de las cadenas que esta exclusividad representa. Es víctima porque en carne propia él vio a su padre echando a su hermanastro Ishmael junto con su madre Hagar. Porque Sará, su madre, no toleraba la convivencia. Sólo uno debía heredar. Y ése debía ser su hijo. Itzjak vio el destierro de su hermano y la pelea de su madre para que él herede la exclusividad.

También Abraham creyó en el camino de la exclusividad, cuando para pasar a la historia no renuncia a sacrificar a su hijo, porque supuestamente su Dios se lo pedía. Iba a ser el único que se animara a semejante atrocidad. Pero a la hora de llegar al podio, no hay cavilaciones de ningún modo.

Con esos antecedentes: los de una madre que no puede ver a los hermanos compartir y un padre que no puede compartir la santidad de su fe con la santidad de un hijo, crece Itzjak. Pero, muy a nuestro pesar, abandona la lucha cuando se da cuenta que él repitió la historia. Y en la vejez, queda ciego. Prefiere no ver. Ya conoce cómo sigue la historia. Ya sabe que fracasó, y para eso, muchas veces, es mejor no ver, no hacerse cargo. No pudo enseñarles a sus hijos el camino de la diversidad, del lugar para todos, a él lo sacrificaron y él junto con Rivká, sacrificaron a sus hijos.

Erich Fromm, en Ética y psicoanálisis decía: "No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti" es uno de los principios más fundamentales de la ética. Pero es igualmente justificado afirmar: todo lo que hagas a otros te lo haces también a ti mismo...

En términos modernos podríamos afirmar que el mundo desde la primera familia ha fracasado en vivir éticamente.

Como padres, a veces no podemos salir de los moldes con los cuales crecimos, de los pares antitéticos: el bueno, y el rebelde, o en la escuela: el inteligente y el que tiene dificultades, en la sociedad: los fracasados, los exitosos.

Nunca terminamos de aceptar la noción de mellizos, de vientre compartido, de multiplicidad, de diversidad.

Y podríamos complejizar la frase de Hanna Arendt diciendo:

 «No el Hombre, sino los hombres habitan este planeta. La pluralidad es la ley de la Tierra»

No el hijo, sino los hijos habitan tu casa. La pluralidad es la ley del hogar.

No el alumno, sino los alumnos habitan tu escuela. La pluralidad es la ley de la educación.

No el argentino, sino todos los ciudadanos, habitan tu país. La pluralidad es la ley de la sociedad.

Distintos, diferentes, complementarios, con coincidencias y disidencias, con sueños diferentes, horizontes disímiles, desarrollos quizás antagónicos, modos de temer y de amar diferentes, todos distintos, todos iguales en la posibilidad que deberíamos tener de tener lugar, sin necesidad de robarle la primogenitura a nadie por un miserable guiso de lentejas.

Shabat Shalom

Silvina Chemen

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