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TU VOZ- Parashat Hashavua 

Reuvén y Yehudá

4/12/2018

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Las parashot Vayeshev, Miketz y Vayigash tratan acerca de los hijos de Yaakov y las relaciones entre ellos. Uno de los temas que surgen es el del liderazgo.
 
 “Los hijos de Reuvén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de Yosef, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; 2 bien que Yehudá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de Yosef)” I Divrei Hayamim (Crónicas) 5:1-2 
 
 Estos versículos describen la primogenitura que le fue negada a Reuvén y transferida a Yosef y Yehudá. A Yosef se le otorga la primogenitura en términos de la herencia (es decir, la doble porción que generalmente se otorga al primogénito), mientras que a Yehudá se le concede el liderazgo[1].
 
¿Por qué estos privilegios del primogénito le fueron quitados a Reuvén? Según el versículo 1, es el castigo al episodio de Bilha (ver: Bereshit 35:22) por el que la primogenitura se le da a Yosef. Pero ¿por qué se otorga el liderazgo a Yehudá? Aquí la razón es diferente: "Porque Yehudá prevaleció sobre sus hermanos, y el gobierno surgió de él". Yehudá asumió de manera natural el liderazgo de sus hermanos. La transferencia del liderazgo y por tanto del reinado de Reuvén a Yehudá no fue el resultado del pecado de Reuvén con Bilha, sino un reflejo de la mayor idoneidad de Yehudá para el liderazgo que Reuvén[2].   
Examinemos los dos incidentes que demuestran el liderazgo respectivo de Yehudá y Reuvén, y tratemos de entender el estilo de liderazgo de cada uno de ellos, y las diferencias entre ellos. Esto puede ayudarnos a comprender por qué "Yehudá prevaleció sobre sus hermanos" y recibió el papel de liderazgo. 
 
La venta de Yosef

“Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador.
Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños”. (Bereshit 37: 18-20)
 
Los hermanos conspiran para matar a Yosef. ¿Cómo responden los dos "líderes", Yehudá y Reuvén?
 
Yehudá no ofrece respuesta en esta etapa. Reuvén se entera del plan e inmediatamente intenta salvar a Yosef:
 
“Cuando Reuvén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos”.  Bereshit 37:21
De este versículo queda claro que es Reuvén quien salva a Yosef de una muerte segura. De no ser por su intervención inmediata, Yosef habría sido asesinado allí[3] y entonces, el versículo también transmite tácitamente otro mensaje. El versículo comienza con las palabras: "Reuvén escuchó [de eso]". Desde ahí, deducimos que Reuvén no participó en la discusión entre los hermanos. Él se queda al margen y los escucha hablar. Esto indicaría la posibilidad de que hubiera una cierta distancia, o falta de colaboración, entre Reuvén y sus hermanos.
 
Los hermanos buscan matar a Yosef, y Reuvén les dice: "No le quitemos la vida". ¿Los hermanos lo escuchan?
 
En el siguiente versículo no hay respuesta por parte de los hermanos, por lo que Reuvén vuelve a hablar. Este hecho nos dice que los hermanos no lo escucharon, y por lo tanto Reuvén se vio obligado a hablar nuevamente en un intento de persuadirlos para que adopten un plan diferente:
 
 “Y les dijo Reuvén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre”. Bereshit 37: 22
 
¿Qué les está diciendo Reuvén a sus hermanos?
 
En primer lugar, está tratando de persuadirlos de que matar a Yosef será considerado como un pecado por su parte. Por eso les dice: "No derraméis sangre". En segundo lugar, propone una alternativa: en lugar de matar a Yosef con sus propias manos, deberían arrojarlo a un pozo.
 
La sugerencia de Reuvén aquí representa un enfoque diferente del que él propuso anteriormente. Ahora, aparentemente está de acuerdo con los hermanos, está de acuerdo con su idea de matar a Yosef, pero sugiere que se haga de una manera "más limpia": Yosef morirá solo, en el pozo. Los hermanos lograrán así dos objetivos. Por un lado, Yosef estará muerto. Por otro lado, no serán directamente responsables de la muerte; no lo habrán matado con sus propias manos, sino que habrán causado su muerte indirectamente, y esto no se considerará como derramamiento de sangre.
 
La verdadera intención de Reuvén era salvar a Yosef del pozo, como testifica la Torá.
“Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre”.  Bereshit 37:22
 
Pero como los hermanos no lo escuchan y él no logra hacerles frente para evitar el asesinato, se ve obligado a hacer una propuesta indirecta. Aparentemente acepta su posición, está de acuerdo con su plan, pero sugiere una alternativa "mejor" con la esperanza de que la encuentren aceptable.
 
¿Los hermanos ahora aceptan su opinión?
 
 “Sucedió, pues, que cuando llegó Yosef a sus hermanos, ellos quitaron a Yosef su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua”. Bereshit 37: 23-24
 
Los hermanos aceptaron la sugerencia de Reuvén. No matan a Yosef, sino que lo arrojan al pozo, tal como Reuvén había sugerido. Pero se debe prestar atención al hecho de que los hermanos no responden verbalmente a Reuvén. Incluso el texto omite decir algo como: "Sus hermanos lo escucharon" o "Lo echaron al pozo como Reuvén había dicho". Por el contrario, no hay ninguna expresión que manifieste que dieron alguna atención a sus palabras.
 
La comprensión que los hermanos de hecho no prestaron atención a las palabras de Reuvén se fortalece en la continuación de la historia:
 
 “Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto.
 Entonces Yehudá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte?
Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él”.    Bereshit 37: 25-27
 
Los hermanos se sientan a comer pan, y cuando aparecen los ismaelitas, Yehudá dice: "¿De qué sirve si matamos a nuestro hermano?" ¡De estas palabras queda claro que los hermanos todavía tienen la intención de matar a Yosef! Reuvén no logró disuadirlos de este plan. Los hermanos no estaban preparados para escucharlo y Reuvén no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlos. Se retiró y, al menos en apariencia, aceptó su posición (que deberían matar a Yosef), pero sugirió una forma "más limpia" de hacerlo. Por lo tanto, cuando los hermanos arrojan a Yosef al pozo y se sientan a comer pan, todavía esperan que Yosef muera.
 
La historia podría continuar a varias direcciones diferentes: es posible que los hermanos hubieran dejado a Yosef para que muriera en el pozo; Reuvén lo habría salvado sin su conocimiento, y entonces quizás hubiera habido otra lucha con los hermanos que intentaban matar a Yosef. O, tal vez los hermanos hubieran esperado cerca del pozo para verlo morir, sin permitir que Reuvén lo salvara. Entonces, Yosef hubiera muerto en el pozo, o los hermanos habrían asegurado su muerte, ya sea por medios directos o indirectos.
 
Sin embargo, la historia termina de manera diferente, a raíz de la intervención de Yehudá.
 
Examinemos las palabras de Yehudá y su relación con sus hermanos: 
 
a. Yehudá se sienta con sus hermanos a comer pan. Su sugerencia para ellos también está precedida por las palabras, "Yehudá dijo a sus hermanos...". Claramente, él es parte del grupo; Él no es un forastero. Este hecho se destaca en el contexto de las relaciones entre Reuvén y los hermanos. Al comienzo de la historia, los hermanos "se dijeron unos a otros... vengan, matémoslo": tienen una intención unánime[4] Reuvén no es parte de su discusión, sino que escucha lo que dice e interviene: "Reuvén se enteró, y [trató de] salvarlo de su mano". Ahora, también, cuando los hermanos están sentados juntos para comer, Reuvén no está con ellos, como veremos en la continuación de la historia.
 
b. Yehudá habla en primera persona; se incluye a sí mismo junto con ellos: "¿De qué sirve si matamos a nuestro hermano y cubrimos su sangre? Vamos, vendámoslo a los ismaelitas, y no dejemos que nuestra mano esté sobre él, porque él es nuestro hermano, nuestra carne".   Reuvén, en contraste, habló en segunda persona: "No derramen (vosotros) sangre; arrójenlo (vosotros) a él en el pozo... pero no pongan (vosotros) una mano sobre él". Reuvén no se incluye entre los hermanos.
 
c. El contenido de sus palabras. Yehudá comienza preguntando: "¿De qué sirve si matamos a nuestro hermano?". Rashí explica la expresión ma betza – “de qué sirve” en sentido económico, qué ganancia monetaria. Ibn Ezra: interpreta qué "utilidad, conveniencia". Según ambos comentaristas, Yehudá les dice a sus hermanos que no ganarán nada matando a Yosef. Luego, sugiere: "Ven, vendámoslo a los ismaelitas". Habiéndoles aclarado que no habrá ganancias al matar a Yosef, él presenta una solución rentable: venderlo. Esto les hará ganar dinero real. 
 
La sugerencia de Yehudá es impactante: ¡se relaciona con el asesinato o la venta de su hermano en términos de pérdidas y ganancias monetarias! Aparentemente, si fuera más rentable matar a Yosef, ¡eso es lo que él recomendaría!  Pero después de mencionar la consideración del beneficio, invoca la consideración moral: "No permitamos que nuestra mano esté sobre él, porque él es nuestro hermano, nuestra carne".
 
¿Por qué Yehudá menciona esta preocupación moral solo al final?
 
De acuerdo con el orden de su discurso, uno podría pensar que la consideración del beneficio es de mayor importancia para él, y, por lo tanto, lo menciona primero. Sin embargo, también podemos entender esto de manera diferente: Yehudá busca persuadir a sus hermanos. Por lo tanto, no comienza por predicarles moral, ya que esto probablemente hará que se alejen de él y cierren sus oídos y sus corazones a su argumento. Por el contrario, comienza con un argumento que estarán preparados para escuchar. Por lo tanto, comienza presentando la consideración del "beneficio", y solo después introduce el problema moral. Así logra persuadir a los hermanos para que acepten su plan. 
 
Reuvén, por el contrario, comienza con el caso moral. Si bien esto demuestra su importante posición moral, puede ser que su decisión de presentar el aspecto moral, sea lo que hizo que los hermanos cerraran sus oídos. Más tarde, para salvar a Yosef, Reuvén se ve obligado a retroceder, por así decirlo, desde su postura moral y a aceptar la idea de matar a Yosef, sugiriendo que se haga de manera indirecta. Este retirada de una postura moral es deshonroso, y los hermanos no se identifican con sus palabras.
 
Para persuadir a las personas no es suficiente mantener una posición justa y significativa; uno tiene que saber presentar el caso de tal manera que entre en los corazones de las personas, sin despertar oposición. Yehudá tuvo éxito en esto; Reuvén falló. 
 
d. La atención prestada a las palabras de Yehudá revela un fenómeno interesante: dos veces, al referirse a Yosef, menciona la palabra "ajenu": nuestro hermano. Esta palabra aparece tanto al principio de su discurso, cuando presenta el argumento del "beneficio", y al final, cuando habla de la cuestión moral. Desde el principio, crea la sensación de que están hablando de "nuestro hermano". Este sentimiento se refuerza aún más cuando dice: "Porque él es nuestro hermano, nuestra carne". Yehudá introduce en sus palabras una emoción que hasta ahora no ha aparecido, y toca los corazones de los hermanos. 
 
Se debe prestar atención al hecho de que la palabra "hermano" (aj) aparece cuatro veces en los dos versículos que registran las palabras de Yehudá. Dos veces se usa para describir las relaciones entre Yehudá y sus hermanos, y dos veces Yehudá se refiere a Yosef como "nuestro hermano". Parece que la fraternidad es uno de los motivos importantes en el comportamiento y el discurso de Yehudá. Este, al parecer, es uno de los factores más influyentes para persuadir a sus hermanos. El sentido de hermandad de Yehudá con ellos hace que los hermanos lo escuchen, y el hecho de que él incluya a Yosef dentro de ésta, llamándolo "nuestro hermano", los lleva a ver a Yosef desde otra perspectiva: no es su enemigo, es su hermano.
 
De acuerdo con lo anterior, parecería que el hecho de que Yehudá comience su discurso con la referencia a los fines de lucro es una cuestión de tácticas más que de principios. El motivo de lucro no es la preocupación principal de Yehudá, pero él lo usa como un medio para persuadir a los hermanos.
 
Reuvén, por el contrario, no aborda el sentido de la fraternidad en absoluto. Él no llama a Yosef "nuestro hermano". Así como él está lejos de los otros hermanos, también está lejos de Yosef. Si bien sus palabras son morales, carecen de emoción y no logran entrar en los corazones de sus hermanos.
 
 Resultado: las palabras de Yehudá son aceptadas por los hermanos, y la Torá se esfuerza por enfatizar esto: "Sus hermanos lo escucharon". En el contexto de este énfasis, el hecho de que los hermanos no escuchen a Reuvén se destaca aún más.
 
Después de que los hermanos están convencidos por Yehudá, venden a Yosef. 
 
“Después Reuvén volvió a la cisterna, y no halló a Yosef dentro, y rasgó sus vestidos.
Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?”   Bereshit 37: 29-30
 
A partir de estos versículos, queda claro que Reuvén no se sentó a comer con sus hermanos, ni estuvo presente en el momento de la venta. Por lo tanto, se sorprende cuando regresa al pozo con la intención de salvar a Yosef, solo para descubrir que Yosef no está allí. Los comentaristas ofrecen varias posibilidades en cuanto a su paradero durante este tiempo. Algunos explican que no estaba con sus hermanos porque había ido a atender a su padre; otros sugieren que no comió con ellos porque estaba ayunando sobre su pecado con Bilha[5].   Reuvén, como ya hemos visto, no es uno del grupo; no se considera a sí mismo como incluido junto con el resto de los hermanos. Él no es parte de sus discusiones, ni de sus comidas. Si bien esta situación tiene sus ventajas (él no es parte de su malvado consejo), su distancia de los hermanos es un factor para que no acepten sus palabras.
 
En realidad, el hecho de que Reuvén no esté junto con sus hermanos en este momento crítico es lo más sorprendente. Si Reuvén ve que sus hermanos buscan matar a Yosef, él sabe que no ha logrado disuadirlos y aún quieren que Yosef muera, ¿cómo puede dejar la escena en un momento tan fatídico? ¡En cualquier segundo podría pasar algo que cambiaría todo! Es cierto que tiene la intención de salvar a Yosef, pero si él tomaría la verdadera responsabilidad por el destino de su hermano, se sentaría con los hermanos y participaría en su discusión, a fin de evitar la reaparición de la intención violenta, para evitar cualquier desarrollo indeseable. Eso puede dañar a Yosef. La ausencia de Reuvén en estos momentos críticos demuestra el hecho de que no cumple su responsabilidad fraterna hasta el final. Finalmente, cuando Reuvén llega al pozo y descubre que Yosef se ha ido, se rasga la ropa y sufre un gran remordimiento, ¿pero sobre qué? Sobre sí mismo: "Y en cuanto a mí, ¿a dónde iré?" Esta es una descripción muy dura. Yosef ha desaparecido. Reuvén aún no sabe qué ha sido de él, y en lugar de llorar por el destino de Yosef, ¡llora por sí mismo! 
 
¿Qué le responden los hermanos a Reuvén? Tal vez le digan que han vendido a Yosef, pero el texto no da ninguna indicación de esto. Según el texto, los hermanos no responden a la angustia de Reuvén. No responden a su dolor. El siguiente versículo ya describe el truco: sumergirán la túnica de Yosef en sangre y se lo enviarán a su padre. Los hermanos preparan una coartada para absolverse de la responsabilidad. Reuvén no tiene idea de cómo debe acercarse a su padre, cómo puede responsabilizarse por el acto. Los hermanos hacen algo que eximirá a Reuvén, ya todos ellos, de responsabilidad. Pero el texto no describe ninguna reacción explícita de los hermanos a las palabras de Reuvén. Es como si le estuvieran diciendo: "¿Es eso lo que te preocupa? Eso no es un problema. Fácilmente podemos absolverte de toda responsabilidad por lo que sucedió".
 
En Parashat Miketz, varios años después, cuando los hermanos vienen a Egipto a comprar comida y Yosef, como gobernante, los somete a pruebas y demandas inusuales, leemos sobre una discusión entre los hermanos que recuerdan la venta:
 
“Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Reuvén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: ¿No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre”.  (Bereshit 42:21-22)
 
 
Una vez más somos testigos de una conversación entre los hermanos, con la expresión "Se dijeron unos a otros", recordando su conspiración anterior para matar a Yosef, que se presentó con las mismas palabras. En ambos casos, los hermanos "se dicen unos a otros", y en ambos casos Reuvén es un espectador; él no es parte de la discusión, y aporta un comentario desde el exterior.
 
Al recordar la venta de Yosef, los hermanos describen el evento en un lenguaje emocional: mencionan los ruegos de Yosef y su propia crueldad hacia él. Parece que ven este como el aspecto más serio del crimen, como explica Ramban: "Consideran que su propia crueldad merece un castigo mayor que la venta, porque su hermano, su propia carne, les rogaba y suplicaba, pero no tenían piedad... "
 
El texto se esfuerza por enfatizar, en palabras de los hermanos, "Somos culpables por nuestro hermano". Fue Yehudá quien les inculcó la sensación de que Yosef era su hermano y que, por lo tanto, era apropiado que tuvieran piedad de él. Ahora, como recuerdan el evento muchos años después, su actitud hacia el evento aún está teñida por la opinión de Yehudá: Él es nuestro hermano, nuestra carne, y no tuvimos clemencia de él. Aunque no lo matamos, pecamos con él.
 
La reacción de Reuvén es interesante. En primer lugar, se excluye de los hermanos: "Reuvén les respondió"; él no es parte de los hechos anteriores. Los hermanos se sienten culpables por su crueldad hacia Yosef, y Reuvén no comparte este sentimiento de culpa (después de todo, trató de salvar a Yosef, ¡y no participó en la venta!). Más bien, él se aparta y les dice: "¡Te lo dije!" Una persona que hace tal afirmación no siente empatía por lo que está pasando la otra; todo lo que quiere demostrar que él tenía razón. Una vez más, se revela el abismo que separa a Reuvén de los otros hermanos. 
 
Una vez más, Reuvén enfatiza el derramamiento de sangre como un pecado que se cierne sobre los hermanos, y una vez más no hace referencia a ninguna conexión emocional con Yosef. Los hermanos se hacen eco de la postura de Yehudá: "Él es nuestro hermano", mientras que Reuvén repite su propia posición anterior: "No derrames sangre".
 
 
Otro aspecto significativo de las palabras de Reuvén es el hecho de que él mismo declara: "No escuchasteis ". Esto sirve para reforzar nuestra comprensión de que al principio Reuvén había intentado evitar el asesinato de Yosef, y solo después de que fue ignorado sugirió que Yosef fuera arrojado al pozo.[6] Aquí Reuvén declara explícitamente que los hermanos no lo escucharon, y esto resalta aún más la diferencia entre él y Yehudá, sobre el cual leemos: "Sus hermanos escucharon".
 
En la historia de la venta de Yosef, y en su recuerdo de los hermanos muchos años después, cuando se encuentran en problemas en Egipto, descubrimos algunas de las cualidades de Reuvén y de Yehudá como líderes. Ambos asumen la responsabilidad y tratan de salvar a Yosef. Es Reuvén quien responde primero, y en virtud de su intervención inmediata, Yosef se salva de una muerte segura. Al mismo tiempo, sin embargo, está claro que los hermanos no lo escuchan, y él mismo lo atestigua con las siguientes palabras: "¿No te hablé, diciendo: ¿No peques contra el jovén, pero no lo hiciste?"…” Yehudá, en contraste, logra persuadir a los hermanos, y el versículo lo confirma: “Sus hermanos escucharon”. El estilo de expresión de Yehudá es mucho más convincente que el de Reuvén.
 
Otra diferencia entre ellos se refiere a su relación con el resto de sus hermanos.  Reuvén está algo desconectado y distanciado de sus hermanos, mientras que Yehudá se sienta en medio de ellos; él tiene una relación más cercana con ellos, y por lo tanto, es más exitoso en influenciarlos. Las relaciones fraternales entre Yehudá y sus hermanos son de gran importancia, y Yehudá logra despertar e inculcar en sus hermanos un sentido de fraternidad hacia Yosef, también.
 
El sentido de hermandad es central en el liderazgo de Yehudá, y este, entre sus otras cualidades especiales de liderazgolo ayudaron a vencer a sus hermanos y recibir la bendición del liderazgo.


[1] Como Rashí comenta ad loc: "Incluso si Reuvén no hubiera contaminado la cama de Yaakov y no le hubieran quitado la primogenitura, Yehudá aún sería el más adecuado para gobernar".
[2]  Ver Macot 10a.
[3] En relación con el fenómeno de un monólogo que sigue a otro: "Él dijo... y dijo...," vea el comentario del rav Eljanan Samet, "Cuando Reuvén le dijo a sus hermanos: 'No peques contra el niño' y lo hicieron" No lo escuches ", en su Iyunim Beparashat Hashavúa 
[4]La participación de Yehudá también es problemática; ¡Él se pone del lado de los hermanos cuando tratan de matar a Yosef!
[5] Ver Rashí en el versículo 29, citando ambas explicaciones.
[6]  Ver Ramban y Abarbanel en Bereshit 37:22.

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